miércoles, 6 de mayo de 2020

Vida Privada, Pública y Clandestina


VIDA PRIVADA, PUBLICA Y CLANDESTINA

en época de pandemia

04 DE MAYO 2020
Comentario de Opinión en Mas Latina 96.5 FM



La crisis sistémica que padecemos no solo esta haciendo estragos a nivel sanitario, sino ya se sienten los efectos negativos de la encerrona de mas de 7 semanas en el ámbito económico, y en plena fase tres (la de más velocidad en los contagios y más defunciones como saldo), los efectos a nivel micro-social son ya un tema recurrente.

La violencia doméstica, no solo entre marido y mujer, esposos o parejas, sino entre hermanos, y padres e hijos, y todo el ecosistema familiar empieza a sentir los efectos de tener que convivir, obligadamente con dicho ecosistema. En época de coronavirus podemos ver qué necesario es el desestrés de viernes y sábado, ya sea asistiendo al cine, a un espectáculo musical o cultural, o la asistencia a los estadios, pero sin duda, una gran parte de la población, sobre todo entre los 23 y 45 años, está resintiendo la asistencia a bares, centros de desnudistas, el uso de la prostitución, comercio de drogas, y otros desestresores para la vida cotidiana y moderna, sobre todo de las ciudades medias y grandes.

Es evidente que el espacio social tiene una faceta privada. Esa que reclamamos como identitaria, solo nuestra, y que implica formas de pensar, percibir y hacer cosas que nadie, sin previo aviso y permiso podría conocer. Por ejemplo, la vida familiar. Tomemos una idea, solo para jugar con ella. Aquellos que en su vida privada no necesariamente se llevan bien con su pareja, aquellas parejas o matrimonios sin vida, que solo hacen escala nocturna, para pasar la noche, pero que su vida realmente transcurre fuera de esa relación.

Y hoy, tienen que convivir diariamente, y 24 horas al día. Podría ser una oportunidad para mejorar esa relación. Pero también podría ser la ocasión para estirar y tiranizar aún más esa relación.
Los hijos que por distintas razones han estado extraviados del radar de los padres, y ahora están confinados a sus recamaras, pegados a su celular y reclamando que nadie se atreva “interferir” en su vida. Me refiero a los adolescentes, claro está. Los niños demandantes como siempre, ahora no atinan sino a reconocer que antes veían a sus padres muy poco, y hoy ya no se aguantan. Ni los padres a los hijos, ni los hijos a los padres.

Otra faceta, es la vida pública, es decir, la vida fuera de nuestro entorno más íntimo y que se ubica principalmente en los centros escolares y laborales. Una vida tejida a partir de relaciones forzadas, sometidas a reglas públicas y de acciones previstas. Los roles esperados de cada uno en los espacios sociales donde nos encontramos. Esa vida se encuentra paralizada para una buena parte de los mexicanos. Quien manda y quien obedece, quien va y trae y quien planifica, quien ejecuta y quien trabaja realmente, quien se parte el lomo en lo que hace y quien se lleva los mejores sueldos y el reconocimiento. Nuestra vida pública se encuentra entre paréntesis, hasta nuevo aviso. Y esa vida pública, la empezamos añorar. No importa si mandas u obedeces, la añoramos por que es una vida con sentido.
Y sin duda Jorge, Laura. Dentro de la sociedad, existe también, para muchos mexicanos, de todas las edades, una vida clandestina. Una vida oculta, una vida que trata de no levantar sospechas, preguntas, cuestionamientos. Una vida que implica, por definición, aparatarla tanto de la vida privada y de la PÚBLICA. Me refiero por ejemplo, aquellos hombres o mujeres que tienen amantes, o segundas parejas simultaneas, y que en época de coronavirus han tenido que suspender sus encuentros, sus visitas, sus desahogos. Me refiero también, por ejemplo, aquellos que por distintas razones se apartan para consumir drogas ecológicas o duras. ¿Qué hacen los cocainómanos de esta ciudad para seguir “jalando” sin ser descubiertos?. ¿Qué pretextos anteponen para salir o estar solos “sin que nadie los moleste”? La vida clandestina de millones de mexicanos, podría emerger y desatar un conflicto más violento aún en el entorno del descubierto.


La vida clandestina, por supuesto, reclama discreción, secrecía, invisibilidad. Y todo ello podría caerse en medio de esta cuarentena.

La vida privada, la pública y la clandestina esta en entredicho.


En la fase tres del Coronavirus, la velocidad de la infección y sus defunciones podrían arrastrar a conflictos micro-sociales aún después de controlada la pandemia.

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