VIDA
PRIVADA, PUBLICA Y CLANDESTINA
en época de pandemia
04 DE MAYO 2020
Comentario de Opinión en Mas Latina 96.5 FM
La crisis sistémica que
padecemos no solo esta haciendo estragos a nivel sanitario, sino ya se sienten
los efectos negativos de la encerrona de mas de 7 semanas en el ámbito
económico, y en plena fase tres (la de más velocidad en los contagios y más
defunciones como saldo), los efectos a nivel micro-social son ya un tema
recurrente.
La violencia doméstica, no
solo entre marido y mujer, esposos o parejas, sino entre hermanos, y padres e
hijos, y todo el ecosistema familiar empieza a sentir los efectos de tener que
convivir, obligadamente con dicho ecosistema. En época de coronavirus podemos
ver qué necesario es el desestrés de viernes y sábado, ya sea asistiendo al
cine, a un espectáculo musical o cultural, o la asistencia a los estadios, pero
sin duda, una gran parte de la población, sobre todo entre los 23 y 45 años,
está resintiendo la asistencia a bares, centros de desnudistas, el uso de la
prostitución, comercio de drogas, y otros desestresores para la vida cotidiana
y moderna, sobre todo de las ciudades medias y grandes.
Es evidente que el espacio
social tiene una faceta privada. Esa que reclamamos como identitaria, solo
nuestra, y que implica formas de pensar, percibir y hacer cosas que nadie, sin
previo aviso y permiso podría conocer. Por ejemplo, la vida familiar. Tomemos
una idea, solo para jugar con ella. Aquellos que en su vida privada no
necesariamente se llevan bien con su pareja, aquellas parejas o matrimonios sin
vida, que solo hacen escala nocturna, para pasar la noche, pero que su vida
realmente transcurre fuera de esa relación.
Y hoy, tienen que convivir
diariamente, y 24 horas al día. Podría ser una oportunidad para mejorar esa
relación. Pero también podría ser la ocasión para estirar y tiranizar aún más
esa relación.
Los hijos que por distintas razones han estado extraviados del
radar de los padres, y ahora están confinados a sus recamaras, pegados a su
celular y reclamando que nadie se atreva “interferir” en su vida. Me refiero a
los adolescentes, claro está. Los niños demandantes como siempre, ahora no
atinan sino a reconocer que antes veían a sus padres muy poco, y hoy ya no se
aguantan. Ni los padres a los hijos, ni los hijos a los padres.
Otra faceta, es la vida
pública, es decir, la vida fuera de nuestro entorno más íntimo y que se ubica principalmente
en los centros escolares y laborales. Una vida tejida a partir de relaciones
forzadas, sometidas a reglas públicas y de acciones previstas. Los roles
esperados de cada uno en los espacios sociales donde nos encontramos. Esa vida
se encuentra paralizada para una buena parte de los mexicanos. Quien manda y
quien obedece, quien va y trae y quien planifica, quien ejecuta y quien trabaja
realmente, quien se parte el lomo en lo que hace y quien se lleva los mejores
sueldos y el reconocimiento. Nuestra vida pública se encuentra entre
paréntesis, hasta nuevo aviso. Y esa vida pública, la empezamos añorar. No
importa si mandas u obedeces, la añoramos por que es una vida con sentido.
Y sin duda Jorge, Laura.
Dentro de la sociedad, existe también, para muchos mexicanos, de todas las
edades, una vida clandestina. Una vida oculta, una vida que trata de no
levantar sospechas, preguntas, cuestionamientos. Una vida que implica, por
definición, aparatarla tanto de la vida privada y de la PÚBLICA. Me refiero por
ejemplo, aquellos hombres o mujeres que tienen amantes, o segundas parejas
simultaneas, y que en época de coronavirus han tenido que suspender sus
encuentros, sus visitas, sus desahogos. Me refiero también, por ejemplo, aquellos
que por distintas razones se apartan para consumir drogas ecológicas o duras. ¿Qué
hacen los cocainómanos de esta ciudad para seguir “jalando” sin ser
descubiertos?. ¿Qué pretextos anteponen para salir o estar solos “sin que nadie
los moleste”? La vida clandestina de millones de mexicanos, podría emerger y
desatar un conflicto más violento aún en el entorno del descubierto.
La vida clandestina, por
supuesto, reclama discreción, secrecía, invisibilidad. Y todo ello podría
caerse en medio de esta cuarentena.
La vida privada, la pública y
la clandestina esta en entredicho.
En la fase tres del
Coronavirus, la velocidad de la infección y sus defunciones podrían arrastrar a
conflictos micro-sociales aún después de controlada la pandemia.
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