CLIMA
ESCOLAR
Ketty Herrera
Mendoza
Reinaldo Rico
Ballesteros
RESUMEN
Herrera,
K., Rico, R., & Cortés, O. (2014). El clima escolar como elemento
fundamental de la convivencia en la escuela. Escenarios, 12(2), 7-18. Agosto 20
2014
El desarrollo de la variable “Clima escolar” tiene como
antecedente el concepto de “Clima Organizacional”, que desde la psicología
social, toma elementos de la teoría general de sistemas en su afán por
comprender el comportamiento de los individuos en los escenarios laborales y se
extiende al estudio de otro tipo de fenómenos sociales desde una concepción
integradora (Rodríguez, 2004). Específicamente, para la definición de “Clima escolar” confluyen
diversas teorías psicosociales, relacionadas con la interacción entre necesidades
y motivaciones de las personas con los factores de tipo social. Tales
teorías tienen sus inicios en los postulados de Kurt Lewin (1890 – 1947)
analizados a partir de Lacouture (1996), basados en el modelo interaccionista,
y que posteriormente se expandieron en Estados Unidos, con los aportes de
Murray (Cornejo y Redondo, 2001).
En este sentido, el clima escolar será definido teniendo en cuenta las
percepciones de los miembros del entorno educativo en cuanto a las relaciones
interpersonales establecidas entre ellos. Dicho en otros términos, el clima escolar hace referencia
a los procesos de interacción que se generan entre diversos actores en un
contexto y momento determinado, en el que se presenta un intercambio de estímulos,
de respuestas, de compartir las diferencias o consentir las mismas de acuerdo a
su nivel social y estado psicológico. De acuerdo con Arón y Milicic
(1999), los climas escolares pueden clasificarse en climas nutritivos y
tóxicos.
Los climas nutritivos, ofrecen a las
personas la sensación de motivación a participar en todas las actividades que
se establecen en la escuela, poseen disposición y entusiasmo por aprender y en
general aquellas actividades en donde se generan procesos de interacción que
favorecen una convivencia positiva.
En los climas escolares positivos existe interés por el aprendizaje continuo a
nivel académico y social, hay respeto entre los profesores y alumnos,
confianza, preocupación por las necesidades de los miembros de la institución,
posibilidad de cambio y desarrollo, alta moral, cohesión entre todos y
posibilidad de que todos puedan involucrarse en las decisiones de la escuela,
mediante el aporte de sus ideas. Asimismo, el clima escolar nutritivo permite
un ambiente físico adecuado para las actividades escolares cotidianas, reconocimiento
y valoración de críticas y castigos y realización de actividades divertidas,
entretenidas y variadas, lo cual genera condiciones que garantizan el mejoramiento
de habilidades tanto académicas como sociales en los miembros de la comunidad
educativa (Arón y Milicic, 1999).
Por el contrario,
los climas
tóxicos,
se caracterizan por evidenciar una convivencia negativa, interacciones que se
derivan en conflictos no favorables para los procesos de enseñanza-aprendizaje
ni de interacción entre los miembros de la comunidad educativa. Específicamente, los ambientes negativos obstaculizan el
desarrollo de los estudiantes puesto que generan en ellos irritación, estrés,
falta de interés y motivación por desarrollar habilidades académicas y sociales,
sensación de agotamiento físico y desesperanza; mientras que en los docentes
ocasiona un desviamiento de la atención, motivación y compromiso para contribuir
a mejorar la visión de futuro de la escuela. Adicionalmente, el clima tóxico puede conducir a que los
estudiantes manifiesten apatía por asistir a la escuela y participar en las
actividades realizadas en ella, percepción ampliada en los aspectos negativos e
interacciones que inevitablemente, en la mayoría de los casos terminan en conflictos
(Arón y Milicic, 1999; Ascorra, Arias y Graff, 2003).
El contexto o perímetro donde se encuentran las
instituciones educativas se mueven en la cotidianidad del consumo de alcohol,
altas tasas de desempleo, la delincuencia, la recurrencia de la drogadicción,
la emergencia del microtráfico que se refleja al interior del centro por medio
del hurto como forma de subsistencia, y la organización de pandillas juveniles
como formas de visibilizar “poder” ante sus pares y al mismo centro de
formación; sin desconocer una variable que arroja el observatorio, como es la
desnutrición que se asocia a la línea de pobreza, como factor de escalada en el
conflicto escolar. Estos resultados se articula
funcionalmente con los aportes de García-Pujadas, Pérez-Almaguer, y Hernández-Batista,
R. (2013) en su estudio sobre los factores asociados con la convivencia escolar
en el nivel secundario y en particular frente al rol de los adolescentes y sus
modelos de interacción social escolar.
En ese orden de
ideas, puede apreciarse que al interior de las escuelas existen algunos lugares
donde se desarrolla el conflicto escolar: el salón de clases, para
posteriormente, señalar que también se registra este fenómeno en las afueras
del colegio. Lo anterior supone en primera instancia que algunos hechos de disrupción
sean catalogados como manifestación del conflicto escolar en el caso del aula,
y en segunda instancia, la elaboración de mutuos acuerdos para el desarrollo de
la manifestación de la violencia por fuera del colegio ante las disposiciones
disciplinarias que este hecho podría generar.
Obsérvese que este planteamiento, aplica para los escenarios deportivos. Igualmente,
llama la atención que las redes sociales son también infraestructura para el
desarrollo de los conflictos escolares; sin embargo, esta en los dos años ha
mantenido su tendencia baja.
Es decir, la web sigue utilizándose como instancia para el
conflicto, mediando a través de esta los apodos y la burlas. Es de considerar que dichas
manifestaciones de conflicto e incluso violencia entre pares escolares se generan
según el objeto y alcance de la investigación en estudiantes que están entre 13
a 15 años, incluso se observa que hay un incremento de conflictos entre pares
de 16 a 18 años.
De lo anterior se desprende que el primer grupo absorbe el
conjunto de estereotipos que la sociedad en su generalidad expone, máxime en
estos dos últimos años, cuando en los medios masivos de comunicación se hace
apología al delito, al uso de las acciones violentas para darle solución a un
problema, las manifestaciones de ofensas verbales entre mandatarios, la
polarización de la misma sociedad, entre otras. Estos hallazgos se relacionan
con los aportes de García & Cubo (2009
quienes formulan un plan acciones estratégicas para el mejoramiento del
clima escolar.
En dichas
interacciones conducentes al conflicto escolar, se identifica el rol de los
actores: víctima, victimario y observadores; de donde se aprecia un aumento de
los victimarios en detrimento de sus víctimas y un grupo significativos de
observadores que se masifican cuando a la víctima se le acosa. Esta última en
una asimetría de poder sufre física y psicológicamente por el cúmulo de
agresiones recibidas.
En este sentido Kröyer, Muñoz & Ansorena (2012)
recomiendan el desarrollo de modelos normativos ajustados al contexto escolar
que permitan generar un espacio prosocial y constructivo más que restrictivo.
En términos generales, el análisis de los datos de la presente
investigación permite continuar investigando acerca del fenómeno del “Clima
escolar” y su repercusión en la convivencia, puesto que a pesar de la buena percepción
que poseen los estudiantes, directivos y docentes, en la práctica académica aún
se observan manifestaciones de agresión, matoneo, bullying, ciberbullying, fracaso
y deserción escolar, que reflejan un incremento en los titulares de la prensa y
en la estadística de casos reportados. Estos últimos aspectos relacionados con el
matoneo han sido ampliamente analizados por Hoyos (2005) entre otros.
Finalmente y en consistencia con los estudios de
Rodríguez & Vaca (2010), surge la propuesta de desarrollar procesos
comunitarios permanentes de promoción de la convivencia escolar, que a su vez
permitan el monitoreo y seguimiento continuo de los procesos que se adelantan
en el Observatorio de Convivencia Escolar.
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