LOS ECOSISTEMAS SOCIO-CULTURALES
Mtro. Edgard González Suárez
05 de marzo de 2017
Llamamos eco-sistema
socio-cultural al entramado de subsistemas que dan viabilidad al desarrollo y
potencial del hombre. Desde la esfera económica hasta la medio ambiental. Los
ecosistemas socio-culturales están compuesto por cinco subsistemas
estructurales que son interdependientes:
a)
El potencial individual (alimentación, salud,
conocimientos y afectividad)
b) El organización institucional (familia, trabajo,
comunidad, derechos y valores)
c) El desarrollo tecnológico (ciencia y tecnología)
d) Los sectores poblacionales (diferenciación, diversidad
y desigualdad social)
e) El medio ambiente (entorno
micro-locales, regionales, estatales, nacionales e internacionales)
La dinámica y correlación de estos
subsistemas permite analizar, descomponer y evaluar la importancia o énfasis
de cada uno de ellos en la viabilidad de los grupos humanos en el mundo.
Desde hace 70 años el concepto de
sistema viene ganando adeptos como marco de interpretación del orden y del cambio
social. Y desde hace treinta, los subsistemas tecnológico y Medio ambiental
cobraron fuerza a raíz del deterioro del planeta y la revolución cibernética en
el mundo.
Algunos análisis ponderan unos
subsistemas sobre otros, creando la sensación de que “controlando” unos se
puede “controlar” a los otros. Así, hay quien piensa que la tecnología es la
variable independiente que arrastra a todos a su paso, es indetectable e
imparable. Otros suponen que la desigualdad social y la diversidad
socio-cultural llevarán a la sociedad humana al caos y a la destrucción. Unos
más piensan que la producción, el trabajo y el intercambio son la moneda que
define el cambio y la transformación social.
Como se mire el sistema mundo, los
subsistemas estructurales forman un todo muy complejo, caótico y de difícil predicción.
La dinámica conflictiva y contradictoria de estos subsistemas generan procesos
de desgaste, caos, contradicción, pero también de adaptación, reorganización y síntesis
de los principales elementos y por su puesto de sobrevivencia de los
ecosistemas-socio-culturales.
La mirada radical reivindica un enfoque
sustentable para “contener” o “administrar” las variables más radicales o que
imprimen ciertos efectos negativos al ecosistema socio-cultural. Introduciendo
una mirada comunitaria, colectiva y ética para defendernos y prepararnos de los
daños irreversibles del conflicto sistémico. Reivindica cambios estructurales
en los otros subsistemas.
La mirada escéptica asume por
definición que no hay “mal que por bien no venga”, que el ecosistema tiene la
potencialidad para sobrevivir, y que lo importante es explotar al máximo las
capacidades actuales, presentes y posibles del sistema, que es un error “pensar”
en cómo debe ser o podría ser el futuro. El ecosistema socio-cultural no piensa
en un futuro inexistente, sino en el presente como oportunidad máxima.
Por otro lado, cada vez más el
debate y la hegemonía discursiva se traslada a los análisis de radicales y escépticos.
Es decir, cada día avanza más la noción de que vivimos en un
eco-sistema-socio-cultural, donde la integralidad e interdependencia de los
subsistemas es cada vez más nítida, más visible, más compleja y sobre todo más
caótica.
La lucha ideológica es ahora por
modelos sistémicos sustentables, y los escépticos, aquellos que dudan que el
ecosistema socio-cultural entrañe su propia destrucción, parece que han
empezado a disimular sus resistencias.
Para impulsar un modelo sostenible se requiere una cultura cívico-democrática que tenga la información y los conocimientos necesarios para garantizar la viabilidad de los ecosistemas socio-culturales en un futuro mediato, 50 años por ejemplo. Se necesitan ciudades sostenibles, escuelas sostenibles, familias sostenibles, etc. Se requiere una radicalidad democrática, para construir e imaginar otras formas de organización que garantice la sobrevivencia de la organización social.
Para impulsar un modelo sostenible se requiere una cultura cívico-democrática que tenga la información y los conocimientos necesarios para garantizar la viabilidad de los ecosistemas socio-culturales en un futuro mediato, 50 años por ejemplo. Se necesitan ciudades sostenibles, escuelas sostenibles, familias sostenibles, etc. Se requiere una radicalidad democrática, para construir e imaginar otras formas de organización que garantice la sobrevivencia de la organización social.
Falta mucho
por hacer, la transformación cultural y de valores apenas comienza, 50 o 30
años apenas dejan sus frutos, faltarán algunos más para convertir en políticas públicas
el deseo de preservar la vida y los ecosistemas socio-culturales.
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