lunes, 31 de octubre de 2016

APRENDER A CONVIVIR EN LOS ESPACIOS ESCOLARES


APRENDER A CONVIVIR EN LOS CENTROS ESCOLARES

Mtro. Edgard González Suárez(1)


Dentro de las escuelas se observan actitudes, formas culturales, expresiones y métodos que distan mucho de favorecer una sana y armoniosa convivencia escolar. Los maestros diferencian a niños y niñas, promueven comportamientos típicos y refuerzan el poder de los varones sobre las mujeres, se cree que las niñas son buenas en las manualidades, en el baile, en la decoración y el orden y organización, mientras fomentan que los niños son más fuertes, más audaces, más bruscos y proclives a la resolución de los conflictos a través de la violencia. La escuela como institución presiona a ambos sexos por su aspecto personal, faldas, blusas, calcetas  y corpiños en las niñas, y zapatos, corte de pelo y cinturón en los varones. A los niños se les suele reprender por llevar aretes, “piercing” o tatuajes, y a las niñas maquillaje, pelo pintado o faldas muy cortas.

“Muchas veces no se identifican los tipos de violencia que ocurren en la escuela, ni se considera que puede haber violencia sexual y psicológica y acciones a través del lenguaje capaces de violentar a los niños, como pueden ser las bromas de tipo sexista. 50.2% de los profesores consideran que no hay problemas relacionados con el género; 19.2% de los maestros señalaron que existen grupos que intimidan al interior de su salón mediante amenazas de golpes, agresiones verbales y hostigamientos; 11.7% reconocieron agresiones verbales y actitudes de discriminación; y 10.7% detectaron insultos leves por juegos o competencias. El gran porcentaje de docentes que no reconoce ningún problema puede estar indicando invisibilización y normalización de la violencia”. (SEP, Diagnóstico: 2015)

Para hacer frente a este tipo de violencia latente dentro de las escuelas el Gobierno Federal a través de la SEP buscan promover acciones que favorezcan una convivencia escolar sana y pacífica en un marco de respeto y valoración de la pluralidad. Con el Programa Nacional de Convivencia Escolar (PNCE), se pretende “favorecer el establecimiento de ambientes de convivencia escolar sana y pacífica que coadyuven a prevenir situaciones de acoso escolar en escuelas de educación básica, a través del establecimiento de relaciones interpersonales respetuosas y de colaboración, como respuesta a la necesidad de que existan ambientes escolares de sana convivencia en los planteles escolares, así como para la mejora de la calidad educativa”. (SEP, Diagnóstico: 2015)
Este comentario intenta visualizar y exponer a la luz de los observadores  las articulaciones discursivas contradictorias generadas por docentes y padres de familia que enturbian y en ocasiones postergan la posibilidad de construir un marco de convivencia armónica dentro de las escuelas.
Estas articulaciones discursivas contradictorias generan procesos complejos que impiden el adecuado funcionamiento del sistema escolar. Lo que impide la realización efectiva de un marco de convivencia sana y solidaria en el que se desarrollen  niños, jóvenes y adultos dentro de los centros escolares y su comunidad.
La sensación inmediata a simple luz, pareciera que el “discurso de la convivencia” es ajeno a toda la comunidad, es un discurso vacío, lleno de buenas intenciones pero sin capacidad para ser concretado, sin actividades concretas, que permitan hacer cambios significativos en la conciencia de quienes conviven día a día dentro de las escuelas.
En México podemos observar los reportes de violencia dentro de las escuelas va escalando
cada día, algunos investigadores, especialistas, congresistas, líderes de opinión, han avanzado la idea de la conformación de un observatorio ciudadano nacional sobre la violencia escolar, llegando incluso a proponer la instalación de videocámaras, reglamentos más severos, talleres de autoestima, etc. Entre la estridencia y la realidad, los datos son significativos.

“Para una idea general del panorama de los hechos de la violencia escolar, observemos las siguientes cifras. En México, 2 de cada 10 estudiantes han participado en peleas con golpes, 1 de cada 10 ha robado o amenazado a otro estudiante; sólo en la ciudad de México, 7 de cada 10 estudiantes dicen haber sido víctimas durante el receso y en el salón de clases. De acuerdo con los informes del Instituto Nacional de Evaluación Educativa, las mujeres se involucran menos; en el caso de los golpes, sólo 6.6% ha golpeado y 23.0% ha sido golpeada, mientras que sólo 26.2% ha insultado a alguna de sus compañeras (INEE, 2007).

Los tipos de violencia tienden a diversificarse y a acrecentarse dentro de los centros escolares. Directores y profesores se quejan de que el acoso escolar, el maltrato físico y el acoso sexual,  están directamente relacionadas con el abandono de la familia, la soledad con que niños y jóvenes transitan por los centros escolares y la falta de atención y comunicación con sus demandas y necesidades.
“Las agresiones físicas y verbales; los robos en las escuelas durante vacaciones; las riñas entre pandillas; la venta de protección en las escuelas; el acoso y el hostigamiento; los abusos deshonestos; las violaciones; el exhibicionismo genital; el consumo de drogas; los maestros golpeadores; la violencia contra profesores, han sido tema de discusión en la red de Internet, en propuestas de campañas electorales o debates legislativos, tales como iniciativas legales elevadas por algunos candidatos panistas en estados del norte del país, los cuales han propuesto la militarización de las escuelas a base de internados o la penalización del uso del teléfono celular en los planteles escolares”. (La violencia en las escuelas: 2009)

Según la Secretaría de Educación de Guanajuato, solo en los dos años que van de 2013  a 2015, se registraron 154 casos de violencia escolar en la educación básica y media superior. Los tres municipios que registran más casos de violencia son: León, Celaya y Guanajuato.

“De este número de casos de violencia 90 corresponden al ciclo escolar 2013-2014 con un total de 90 hechos, mientras que en el 2014-2015 son la fecha 64…Son las primarias del estado las que registraron el mayor número de casos de violencia con 68 eventos, seguido de las secundarias con 66. La violencia escolar se puede entender como los hechos de agresiones entre alumnos o de alumnos a maestros”. (Unión: 2015).
En el Distrito Federal, las Secretarias del Gobierno del DF y la SEP, fueron interpeladas por los diputados de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, quienes aseguraron que hay más de un millón 800 mil alumnos potencialmente victimas del abuso y la violencia escolar…”de los cuales 938 asisten a tres mil 363 escuelas primarias; 471 estudiantes que cursan el nivel de secundaria en mil 378 planteles, así como los 328 mil menores que acuden a más de tres mil 900 jardines de niños”.

“Manifestaron que de acuerdo al informe Nacional sobren Violencia de Género en la Educación Básica en México, publicado por la SEP y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) el 43 por ciento del personal docente detectó casos de acoso escolar en las aulas.
Destacaron que el informe describe que tres de cada 10 niños de primaria han recibido agresiones físicas de un compañero y alertaron que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), afirma que México ocupa el primer lugar a nivel internacional de mayores casos de acoso escolar a nivel secundaria.
Subrayaron que la nueva Ley (para la Promoción de la Convivencia Libre de Violencia en el Entorno Escolar del Distrito Federal), contempla que los estudiantes de niveles de primaria y secundaria deben coexistir en un ambiente libre de violencia bajo la vigilancia de un Observatorio sobre Convivencia en el Entorno Escolar del Distrito Federal con la supervisión de un Enlace Escolar acreditado por la SEDU-DF que procedan como un vínculo auxiliar entre la institución, la comunidad escolar y las autoridades en la materia”. (Educación, Cultura y Paz: 2015).

El caso de Veracruz también es preocupante, los datos nacionales del INEGI ubica al Estado de Veracruz.

 “En Veracruz, particularmente, la violencia en las escuelas secundarias se ha incrementado, según los medios y las conversaciones exploratorias con directores y participantes del curso de mediación de conflictos implantado por la Secretaría de Educación de Veracruz. Las ciudades en las cuales hay un alto índice de violencia son Veracruz, Xalapa, Tuxpan, Papantla, Poza Rica, Coatzacoalcos y Orizaba.
“En general, la respuesta institucional a los casos de violencia en las escuelas de educación básica ha estado sujeta a los gobiernos divididos porque cada gobierno estatal o municipal, según el partido gobernante, tiene diferente voluntad política para la implantación de los programas de gestión de este problema. Por ejemplo, en Veracruz, el aprendizaje administrativo de los operadores de los programas como Escuela Segura, aún no culmina un ciclo de aprendizaje inicial y está lejos de tener un banco sistemático y confiable de datos para el seguimiento de los acosos, hostigamientos y violaciones de menores”. (La Palabra y el Hombre: No. 16)

La escuela se representa a sí misma como un micro-sistema que contiene dentro de sí todas las contradicciones, necesidades e insuficiencias de la vida social, es un espejo contradictorio de las dolencias y necesidades sociales. En este sentido, la escuela y específicamente la escuela pública, no es ajena a las turbulencias, luchas, expresiones y crisis del orden social.

“Por ser una institución pública, está sometida y padece los efectos producidos por la crisis social que la atraviesa, e incide tanto en la singularidad de cada uno de los actores como también en el colectivo institucional que conforman, y se pone de manifiesto en problemáticas concretas y observables: el miedo a un futuro incierto, el temor a estar cada vez peor, la vivencia de desolación, el debilitamiento de vínculos de solidaridad y amistad, la pérdida de relaciones institucionales, de grupos sociales de pertenencia y referencia; en realidad se trata de una progresiva pérdida del sentido de la vida. Estas pérdidas son carencias que afectan, limitan y someten a los niños, adolescentes y jóvenes, como sujetos de derecho en su condición y dignidad humana”. (Ianni, Norberto Daniel: 2003).

México pasa por una crisis, por una transición nebulosa, cercado por fuerzas y organizaciones semi-autónomas –poderes facticos, que les dicen- que ganan día a día espacios de actuación en la economía, en la política, en la cultura, etc. Creando un entorno desequilibrado y en constante riesgo. El centro escolar, debe ser parte de la solución y no del problema, la escuela debe ser factor para formar ciudadanos, promover valores virtuosos para la convivencia, y profesionales capacitados para contribuir al desarrollo de la nación. La función social de la escuela viene siendo cuestionada y criticada, a veces no sin razón, por no aportar y responder a las exigencias sociales de nuestro país. Sus generaciones no solo no tienen los conocimientos y competencias necesarios para enfrentar el mundo laboral; sino que tampoco dotan de valores cívicos, y ciudadanos a los egresados de sus planteles para enfrentar los nuevos desafíos de la convivencia social nacional e internacional. Frente a esta crítica demoledora la educación pública de nuestro país debe avocarse a reformular sus proyectos de convivencia y formar profundamente a nuestros niños y adolescentes, para dotarlos de las herramientas axiológicas que les permitan con imaginación, creatividad y sustento teórico construir una identidad que facilite y contribuya a un orden institucional más sólido y permanente.
Esta intensión no solo es un proyecto, es también una práctica cotidiana, la convivencia social, inclusiva, democrática y pacífica, se aprende, pero también se ensaya, se practica, se va dejando constancia en las nuevas actitudes de los estudiantes para expresar libremente sus ideas, sus opiniones, sus preferencias religiosas, ideológicas o políticas, para organizarse, para poner en movimiento proyectos colectivos y cooperativos, para optar por la resolución pacífica y negociada de los conflictos.

Nuestra postura es que el centro del problema se encuentra en las variadas y contradictorias Representaciones Sociales y sus respectivos “discursos” que tanto docentes como padres de familia tienen del  Proyecto de Convivencia Escolar que cada centro debe desarrollar y que no se establece toda vez que los actores del proceso educativo, tienen diferentes nociones, y representaciones de la convivencia saludable dentro de la escuela. Lo cual implica un déficit cultural -en todas las escuelas- respecto de como tratar los asuntos de la Convivencia Escolar.
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(1)  Profesor de Tiempo Completo de la Universidad Veracruzana, 
Facultad de Pedagogía-Campus Mocambo, Boca del Río, Veracruz. 
Línea de Investigación: "Procesos Aúlicos y Sistemas de Convivencia Escolar"

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