APRENDER A CONVIVIR EN LOS
CENTROS ESCOLARES
Mtro.
Edgard González Suárez(1)
Dentro
de las escuelas se observan actitudes, formas culturales, expresiones y métodos
que distan mucho de favorecer una sana y armoniosa convivencia escolar. Los
maestros diferencian a niños y niñas, promueven comportamientos típicos y
refuerzan el poder de los varones sobre las mujeres, se cree que las niñas son
buenas en las manualidades, en el baile, en la decoración y el orden y
organización, mientras fomentan que los niños son más fuertes, más audaces, más
bruscos y proclives a la resolución de los conflictos a través de la violencia.
La escuela como institución presiona a ambos sexos por su aspecto personal,
faldas, blusas, calcetas y corpiños en
las niñas, y zapatos, corte de pelo y cinturón en los varones. A los niños se
les suele reprender por llevar aretes, “piercing” o tatuajes, y a las niñas
maquillaje, pelo pintado o faldas muy cortas.
“Muchas
veces no se identifican los tipos de violencia que ocurren en la escuela, ni se
considera que puede haber violencia sexual y psicológica y acciones a través
del lenguaje capaces de violentar a los niños, como pueden ser las bromas de
tipo sexista. 50.2% de los profesores consideran que no hay problemas
relacionados con el género; 19.2% de los maestros señalaron que existen grupos
que intimidan al interior de su salón mediante amenazas de golpes, agresiones
verbales y hostigamientos; 11.7% reconocieron agresiones verbales y actitudes
de discriminación; y 10.7% detectaron insultos leves por juegos o competencias.
El gran porcentaje de docentes que no reconoce ningún problema puede estar
indicando invisibilización y normalización de la violencia”. (SEP, Diagnóstico:
2015)
Para
hacer frente a este tipo de violencia latente dentro de las escuelas el
Gobierno Federal a través de la SEP buscan promover acciones que favorezcan una
convivencia escolar sana y pacífica en un marco de respeto y valoración de la
pluralidad. Con el Programa Nacional de Convivencia Escolar (PNCE), se pretende
“favorecer el establecimiento de ambientes de convivencia escolar sana y
pacífica que coadyuven a prevenir situaciones de acoso escolar en escuelas de
educación básica, a través del establecimiento de relaciones interpersonales
respetuosas y de colaboración, como respuesta a la necesidad de que existan
ambientes escolares de sana convivencia en los planteles escolares, así como
para la mejora de la calidad educativa”. (SEP, Diagnóstico: 2015)
Este comentario intenta visualizar y exponer a la luz de los observadores las articulaciones discursivas contradictorias
generadas por docentes y padres de familia que enturbian y en ocasiones
postergan la posibilidad de construir un marco de convivencia armónica dentro
de las escuelas.
Estas articulaciones discursivas
contradictorias generan procesos complejos que impiden el adecuado
funcionamiento del sistema escolar. Lo que impide la realización efectiva de un
marco de convivencia sana y solidaria en el que se desarrollen niños, jóvenes y adultos dentro de los
centros escolares y su comunidad.
La sensación
inmediata a simple luz, pareciera que el “discurso de la convivencia” es ajeno
a toda la comunidad, es un discurso vacío, lleno de buenas intenciones pero sin
capacidad para ser concretado, sin actividades concretas, que permitan hacer
cambios significativos en la conciencia de quienes conviven día a día dentro de
las escuelas.
En
México podemos observar los reportes de violencia dentro de las escuelas va
escalando
cada día, algunos investigadores, especialistas, congresistas, líderes
de opinión, han avanzado la idea de la conformación de un observatorio ciudadano
nacional sobre la violencia escolar, llegando incluso a proponer la instalación
de videocámaras, reglamentos más severos, talleres de autoestima, etc. Entre la
estridencia y la realidad, los datos son significativos.
“Para una idea general del
panorama de los hechos de la violencia escolar, observemos las siguientes
cifras. En México, 2 de cada 10 estudiantes han participado en peleas con
golpes, 1 de cada 10 ha robado o amenazado a otro estudiante; sólo en la ciudad
de México, 7 de cada 10 estudiantes dicen haber sido víctimas durante el receso
y en el salón de clases. De acuerdo con los informes del Instituto Nacional de
Evaluación Educativa, las mujeres se involucran menos; en el caso de los
golpes, sólo 6.6% ha golpeado y 23.0% ha sido golpeada, mientras que sólo 26.2%
ha insultado a alguna de sus compañeras (INEE, 2007).
Los
tipos de violencia tienden a diversificarse y a acrecentarse dentro de los
centros escolares. Directores y profesores se quejan de que el acoso escolar,
el maltrato físico y el acoso sexual,
están directamente relacionadas con el abandono de la familia, la
soledad con que niños y jóvenes transitan por los centros escolares y la falta
de atención y comunicación con sus demandas y necesidades.
“Las agresiones
físicas y verbales; los robos en las escuelas durante vacaciones; las riñas
entre pandillas; la venta de protección en las escuelas; el acoso y el
hostigamiento; los abusos deshonestos; las violaciones; el exhibicionismo
genital; el consumo de drogas; los maestros golpeadores; la violencia contra
profesores, han sido tema de discusión en la red de Internet, en propuestas de
campañas electorales o debates legislativos, tales como iniciativas legales
elevadas por algunos candidatos panistas en estados del norte del país, los
cuales han propuesto la militarización de las escuelas a base de internados o la
penalización del uso del teléfono celular en los planteles escolares”. (La
violencia en las escuelas: 2009)
Según la Secretaría de Educación de
Guanajuato, solo en los dos años que van de 2013 a 2015, se registraron 154 casos de violencia
escolar en la educación básica y media superior. Los tres municipios que
registran más casos de violencia son: León, Celaya y Guanajuato.
“De este número de casos de violencia 90 corresponden al ciclo escolar
2013-2014 con un total de 90 hechos, mientras que en el 2014-2015 son la fecha
64…Son las primarias del estado las que registraron el mayor
número de casos de violencia con 68 eventos, seguido de las secundarias con
66. La violencia escolar se puede entender como los hechos de agresiones
entre alumnos o de alumnos a maestros”. (Unión: 2015).
En el Distrito Federal, las
Secretarias del Gobierno del DF y la SEP, fueron interpeladas por los diputados
de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, quienes aseguraron que hay más
de un millón 800 mil alumnos potencialmente victimas del abuso y la violencia
escolar…”de los cuales
938 asisten a tres mil 363 escuelas primarias; 471 estudiantes que cursan el
nivel de secundaria en mil 378 planteles, así como los 328 mil menores que
acuden a más de tres mil 900 jardines de niños”.
“Manifestaron que de acuerdo al informe
Nacional sobren Violencia de Género en la Educación Básica en México, publicado
por la SEP y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) el 43
por ciento del personal docente detectó casos de acoso escolar en las aulas.
Destacaron que el
informe describe que tres de cada 10 niños de primaria han recibido agresiones
físicas de un compañero y alertaron que la Organización para la Cooperación y
el Desarrollo Económicos (OCDE), afirma que México ocupa el primer lugar a
nivel internacional de mayores casos de acoso escolar a nivel secundaria.
Subrayaron que la nueva
Ley (para la Promoción de la Convivencia Libre de Violencia en el Entorno
Escolar del Distrito Federal), contempla que los estudiantes de niveles de
primaria y secundaria deben coexistir en un ambiente libre de violencia bajo la
vigilancia de un Observatorio sobre Convivencia en el Entorno Escolar del
Distrito Federal con la supervisión de un Enlace Escolar acreditado por la
SEDU-DF que procedan como un vínculo auxiliar entre la institución, la
comunidad escolar y las autoridades en la materia”. (Educación, Cultura y Paz:
2015).
El caso de Veracruz también es preocupante, los
datos nacionales del INEGI ubica al Estado de Veracruz.
“En Veracruz, particularmente,
la violencia en las escuelas secundarias se ha incrementado, según los medios y
las conversaciones exploratorias con directores y participantes del curso de
mediación de conflictos implantado por la Secretaría de Educación de Veracruz.
Las ciudades en las cuales hay un alto índice de violencia son Veracruz,
Xalapa, Tuxpan, Papantla, Poza Rica, Coatzacoalcos y Orizaba.
“En general, la respuesta
institucional a los casos de violencia en las escuelas de educación básica ha
estado sujeta a los gobiernos divididos porque cada gobierno estatal o
municipal, según el partido gobernante, tiene diferente voluntad política para
la implantación de los programas de gestión de este problema. Por ejemplo, en
Veracruz, el aprendizaje administrativo de los operadores de los programas como
Escuela Segura, aún no culmina un ciclo de aprendizaje inicial y está lejos de
tener un banco sistemático y confiable de datos para el seguimiento de los
acosos, hostigamientos y violaciones de menores”. (La Palabra y el Hombre: No.
16)
La
escuela se representa a sí misma como un micro-sistema que contiene dentro de sí
todas las contradicciones, necesidades e insuficiencias de la vida social, es
un espejo contradictorio de las dolencias y necesidades sociales. En este
sentido, la escuela y específicamente la escuela pública, no es ajena a las
turbulencias, luchas, expresiones y crisis del orden social.
“Por ser una institución pública, está
sometida y padece los efectos producidos por la crisis social que la atraviesa,
e incide tanto en la singularidad de cada uno de los actores como también en el
colectivo institucional que conforman, y se pone de manifiesto en problemáticas
concretas y observables: el miedo a un futuro incierto, el temor a estar cada
vez peor, la vivencia de desolación, el debilitamiento de vínculos de
solidaridad y amistad, la pérdida de relaciones institucionales, de grupos
sociales de pertenencia y referencia; en realidad se trata de una progresiva
pérdida del sentido de la vida. Estas pérdidas son carencias que afectan,
limitan y someten a los niños, adolescentes y jóvenes, como sujetos de derecho
en su condición y dignidad humana”. (Ianni, Norberto Daniel: 2003).
México pasa por una
crisis, por una transición nebulosa, cercado por fuerzas y organizaciones semi-autónomas
–poderes facticos, que les dicen- que ganan día a día espacios de actuación en
la economía, en la política, en la cultura, etc. Creando un entorno
desequilibrado y en constante riesgo. El centro escolar, debe ser parte de la
solución y no del problema, la escuela debe ser factor para formar ciudadanos,
promover valores virtuosos para la convivencia, y profesionales capacitados
para contribuir al desarrollo de la nación. La función social de la escuela viene siendo cuestionada y criticada, a
veces no sin razón, por no aportar y responder a las exigencias sociales de
nuestro país. Sus generaciones no solo no tienen los conocimientos y
competencias necesarios para enfrentar el mundo laboral; sino que tampoco dotan
de valores cívicos, y ciudadanos a los egresados de sus planteles para
enfrentar los nuevos desafíos de la convivencia social nacional e
internacional. Frente a esta crítica demoledora la educación pública de
nuestro país debe avocarse a reformular sus proyectos de convivencia y formar profundamente a nuestros niños y adolescentes, para dotarlos de las
herramientas axiológicas que les permitan con imaginación, creatividad y
sustento teórico construir una identidad que facilite y contribuya a un orden
institucional más sólido y permanente.
Esta intensión no
solo es un proyecto, es también una práctica cotidiana, la convivencia social,
inclusiva, democrática y pacífica, se aprende, pero también se ensaya, se
practica, se va dejando constancia en las nuevas actitudes de los estudiantes para
expresar libremente sus ideas, sus opiniones, sus preferencias religiosas,
ideológicas o políticas, para organizarse, para poner en movimiento proyectos
colectivos y cooperativos, para optar por la resolución pacífica y negociada de
los conflictos.
Nuestra postura es que el centro del problema se encuentra en las
variadas y contradictorias Representaciones Sociales y sus respectivos
“discursos” que tanto docentes como padres de familia tienen del Proyecto de Convivencia Escolar que cada
centro debe desarrollar y que no se establece toda vez que los actores del
proceso educativo, tienen diferentes nociones, y representaciones de la
convivencia saludable dentro de la escuela. Lo cual implica un déficit cultural -en todas las escuelas- respecto de como tratar los asuntos de la Convivencia Escolar.
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(1) Profesor de Tiempo Completo de la Universidad Veracruzana,
Facultad de Pedagogía-Campus Mocambo, Boca del Río, Veracruz.
Línea de Investigación: "Procesos Aúlicos y Sistemas de Convivencia Escolar"