domingo, 7 de mayo de 2023

HEGEMONIA Y PODER EN LA 4T

 

MACROSCOPIO

Edgard González Suárez

08 de mayo de 2023

 

HEGEMONIA Y PODER EN LA 4T

 


Un proyecto de construcción política y de transformación requiere del concurso de varios ingredientes, entre ellos y ejercicio impecable del poder y de la hegemonía. Cuando decimos impecable, nos referimos al hecho de actuar y ejecutar con destreza los instrumentos del poder: Gobierno, legislatura, Medios de Comunicación, proceso electoral, imagen pública, programa de gobierno, etc.

El ejercicio del gobierno federal actual se ha apoyado básicamente en la imagen pública del López Obrador, de un ejercicio administrativo y gubernamental medianamente aceptable, un programa de gobierno que se ve como rupturista con el pasado y los regímenes anteriores. Sin embargo, lo que parece doler a los demócratas liberales es el excesivo peso de la personalidad de un solo hombre, y las tentativas abiertas a ejercer su voluntad en varios temas de la agenda pública. Para los demócratas liberales, no hay mejor gestión del orden público que la separación de poderes, la creación de instituciones autónomas, y de los así llamados, equilibrios o contrapesos al poder presidencial.

Por ello, desde mi punto de vista, es urgente y necesario, pasar de una estrategia de articulación de fuerzas, qué en el escenario nacional, se ven solo como coyunturales, a un verdadero ejercicio de la hegemonía. 


La hegemonía decía Gramsci está directamente vinculada a un sistema de creencias, conocimientos y opiniones de carácter colectivo y generalizado y que es capaz -ese sistema- de dar dirección y sentido a la acción del estado.

La hegemonía suponía Gramsci debería estar dirigida y representando firmemente a las clases trabajadoras, las clases populares, los trabajadores del campo, los estudiantes, las mujeres y los empresarios que estuvieran convencidos de participar en esa nueva dirección política.

Pero para ello, no solo basta el carisma de un líder, a veces necesario, pero no siempre central. Lo central en la construcción hegemónica no es la fuerza, sino el consenso, y el consenso básico se da y se estructura dentro del proyecto que pretende dejar atrás el pasado, y para eso, hay que detectar que hacia adentro del proyecto transformador hay sectores, grupos o clases que siempre es importante sumar al consenso político. Y, por otro lado, aparecer hacia afuera, en la abierta y franca competencia con los adversarios, no solo unidos bajo el consenso hegemónico, sino ampliar, extender ese consenso, hasta donde sea posible, hacia todas las clases y grupos sociales.


Mis inquietudes nacen a partir de yo no observo esa necesaria construcción hegemónica, hace falta claridad y nitidez no sólo en el diagnóstico, en los síntomas, en la identificación de los dolores del cuerpo social. Hace falta, negociación, y articulación hegemónica -dirían los neo-gramscianos- hacia adentro y hacia afuera.

Las especulaciones recientes sobre las enfermedades de López Obrador e incluso su eventual fallecimiento, me hace ver la urgente necesidad de tejer un consenso hegemónico más sólido, más vigoroso, más aprueba de eventualidades y que se construya desde abajo. Me parecen más o menos claros los consensos en las elites políticas, pero abajo veo, grietas, fisuras, dispersiones, temores, oportunismos y simulaciones. 


Ojalá, la próxima administración morenista, se percate de que para prevalecer en el gobierno y ejercer el poder es necesario un acuerdo profundo, radical, con las bases y las clases mayoritarias por un proyecto accesible para todos.

 

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