MACROSCOPIO
Edgard González Suárez
08 de mayo de 2023
HEGEMONIA Y PODER EN LA 4T
Un proyecto de construcción política y de transformación requiere del concurso de varios ingredientes, entre ellos y ejercicio impecable del poder y de la hegemonía. Cuando decimos impecable, nos referimos al hecho de actuar y ejecutar con destreza los instrumentos del poder: Gobierno, legislatura, Medios de Comunicación, proceso electoral, imagen pública, programa de gobierno, etc.
El ejercicio
del gobierno federal actual se ha apoyado básicamente en la imagen pública del
López Obrador, de un ejercicio administrativo y gubernamental medianamente
aceptable, un programa de gobierno que se ve como rupturista con el pasado y
los regímenes anteriores. Sin embargo, lo que parece doler a los demócratas
liberales es el excesivo peso de la personalidad de un solo hombre, y las
tentativas abiertas a ejercer su voluntad en varios temas de la agenda pública.
Para los demócratas liberales, no hay mejor gestión del orden público que la
separación de poderes, la creación de instituciones autónomas, y de los así
llamados, equilibrios o contrapesos al poder presidencial.
Por ello, desde mi punto de vista, es urgente y necesario, pasar de una estrategia de articulación de fuerzas, qué en el escenario nacional, se ven solo como coyunturales, a un verdadero ejercicio de la hegemonía.
La hegemonía
decía Gramsci está directamente vinculada a un sistema de creencias,
conocimientos y opiniones de carácter colectivo y generalizado y que es capaz
-ese sistema- de dar dirección y sentido a la acción del estado.
La hegemonía
suponía Gramsci debería estar dirigida y representando firmemente a las clases
trabajadoras, las clases populares, los trabajadores del campo, los
estudiantes, las mujeres y los empresarios que estuvieran convencidos de
participar en esa nueva dirección política.
Pero para
ello, no solo basta el carisma de un líder, a veces necesario, pero no siempre
central. Lo central en la construcción hegemónica no es la fuerza, sino el
consenso, y el consenso básico se da y se estructura dentro del proyecto que
pretende dejar atrás el pasado, y para eso, hay que detectar que hacia adentro
del proyecto transformador hay sectores, grupos o clases que siempre es
importante sumar al consenso político. Y, por otro lado, aparecer hacia afuera,
en la abierta y franca competencia con los adversarios, no solo unidos bajo el
consenso hegemónico, sino ampliar, extender ese consenso, hasta donde sea
posible, hacia todas las clases y grupos sociales.
Mis inquietudes nacen a partir de yo no observo esa necesaria construcción hegemónica, hace falta claridad y nitidez no sólo en el diagnóstico, en los síntomas, en la identificación de los dolores del cuerpo social. Hace falta, negociación, y articulación hegemónica -dirían los neo-gramscianos- hacia adentro y hacia afuera.
Las especulaciones recientes sobre las enfermedades de López Obrador e incluso su eventual fallecimiento, me hace ver la urgente necesidad de tejer un consenso hegemónico más sólido, más vigoroso, más aprueba de eventualidades y que se construya desde abajo. Me parecen más o menos claros los consensos en las elites políticas, pero abajo veo, grietas, fisuras, dispersiones, temores, oportunismos y simulaciones.
Ojalá, la
próxima administración morenista, se percate de que para prevalecer en el
gobierno y ejercer el poder es necesario un acuerdo profundo, radical, con las
bases y las clases mayoritarias por un proyecto accesible para todos.
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