MACROSCOPIO
Edgard
González Suárez
10 de septiembre de 2022
UCRANIA
DESESPERADA Y SIN APOYOS
Tras el ataque terrorista perpetrado hace unas semanas en Moscú donde muriera la hija de Alexander Duguin, uno de los pensadores más influyentes y cercanos al proyecto de la “Nueva Rusia”, tanto los partidarios, en Rusia, de una solución “final” y declaradamente militar sobre Ucrania, y, los partidarios de orillar a negociaciones y acabar “rápido” con los nazis ucranianos no se hicieron esperar.
El evento causo una inusitada
conmoción en el Kremlin, toda vez que, los servicios militares y de
inteligencia parecen haber sido vulnerados, aunque el coche bomba que acabó matando
a la hija de Alexander y, donde al parecer, el destinatario era el asesor, acabó
ultimando a su hija, toda vez que él decidió de último momento no abordar la
camioneta a las afueras de un edificio donde se llevaba a cabo un evento
cultural.
Los hechos ocurrieron el pasado
20 de agosto en el centro de Moscú y tienen varias lecturas, la primera es que
la seguridad en Moscú, están relajados o han sido vulnerados por miembros de
élite o mercenarios contratados por el régimen ucraniano. Esto supone que el régimen de Zelensky no
controla a sus expresiones más nacionalistas y radicales, o que el propio
régimen planifica este tipo de eventos. Como sea, esto sin duda, reforzará el
sentimiento anti-ucraniano, y antioccidental, dentro de toda Rusia, toda vez
que los europeos, pero sobre todo los americanos, han estado financiando y
asesorando a Zelensky en su lucha contra la federación.
Una segunda lectura podría ser la decisión del régimen Ucraniano, después de visualizar la derrota militar en los frentes de lucha, de pasar a la ofensiva mediante una lucha terrorista en suelo ruso, tratando de realizar eventos altamente mediáticos y buscando imprimir temor y movilizaciones antigubernamentales dentro de suelo Ruso, tratado de posicionar la imagen de que no hay derrota, ni derrotismo, sino que la resistencia esta más activa que nunca y mejor coordinada para pisarle un dedo a Putin.
Una tercera lectura asume como
actos desesperados y de propaganda de las facciones fascistas ucranianas que
insisten que pueden ganar la guerra, solo que necesitan mas dólares, y más
armas. Recordemos que apenas el jueves 18 de agosto, dos días antes del
atentado en Moscú, se habían reunido en Kiev, la capital Ucraniana, Racep
Tayyip Erdogan, presidente de Turquía y
Antonio Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, en dicho
evento, si bien hubo temas públicos, como el abasto de cereales desde Ucrania
para otros países, la seguridad de la Planta Nuclear de Zaporiyia, hubo temas
no públicos pero que tanto Naciones Unidas como Turquía hicieron todo lo
posible por no guardar mucho, las negociaciones directas entre Moscú y Kiev
para acordar un alto al fuego y evitar un mayor baño de sangre.
Mi punto de vista se acerca más a la cada vez más evidente desesperación del régimen ucraniano, a su fractura ideológica sobre la guerra y el futuro de Ucrania, pero, sobre todo, a la toma del poder y del control político y militar de las fuerzas pronazis que combaten contra Rusia (Zelensky incluido). Los atentados, el perpetrado el sábado 20 donde murió Daria Duguina, de 29 años, y otro más, hace cinco días 24 de agosto, donde murió Iván Sushko, quien era jefe cívico militar en Mijailovka, una zona prorrusa. Pero, sobre todo, la hilarante declaración de Vlodomir Zelensky del día 23 de agosto, donde aseguró “que la guerra empezó en Crimea y terminará en Crimea” frase que ha sido algo así como el grito de guerra de los nacionalistas y que han usado ya varias veces.
Todos sabemos lo duros que son
los rusos respecto del terrorismo, sobre todo, los atentados perpetrados en
suelo ruso. Es muy probable que se planifique una intervención más intensa en
diversas zonas en Ucrania, una búsqueda deliberada del comando central del
régimen ucraniano, pero, sobre todo, una política de más fuerza militar y una
derrota humillante para Ucrania. Las cosas se agravan, aunque suelen ser las
fases más dramáticas y previas a la culminación de este desastre.