domingo, 5 de diciembre de 2021

DOS MODELOS DE GESTIÓN

 

MACROSCOPIO

Edgard González Suárez

6 de diciembre de 2021

 

DOS MODELOS BAJO LA MIRA

El país se enfrenta a dos grandes modelos de gestión económica y dos modelos de gestión política. A la mayoría de la gente le debe de quedar claro, que la conducción de un país necesita de esas dos grandes herramientas con las que el Estado intenta mantener a flote y en desarrollo a una nación. No hay economía sin política y no hay política sin economía.


La tercera gran herramienta con que cuenta el Estado es el conjunto de creencias, sentimientos y aspiraciones, con que la mayoría de los ciudadanos de una Nación respalda, promueve y defiende el proyecto de llegada que un gobierno se ha propuesto para su país.

Tenemos entonces: economía, política y un sistema de creencias colectivas.

En el campo de lo económico, en el mundo, el neoliberalismo dogmático se ha venido resquebrajando, y de hecho se agotó. La idea de que los índices de crecimiento, competitividad internacional y la concentración de la riqueza de un país, lo hacen más justo, más libre y más desarrollado, perdió vigencia y actualidad desde inicios del Siglo XXI. Todas las grandes reformas en este sentido se hicieron en los últimos 20 años del siglo XX, la reforma financiera y bancaria, la reforma a la propiedad agraria, la reforma laboral, el Tratado de Libre Comercio, entre las más estratégicas e importantes. Sus resultados sin duda trajeron al país una mayor presencia en el mundo, una inserción estratégica en el mundo global, un dinamismo económico para ciertos sectores industriales, y una concentración de la riqueza jamás vista en los años anteriores.

Sin embargo, el desarrollo de la economía global se hizo a costa de la destrucción planetaria, de las invasiones y guerras regionales -sobre todo contra Medio Oriente África y Latinoamérica- y a costa de los ingresos de los trabajadores.


En consecuencia, los alaridos acerca de que el modelo concentrador estaba resultando letal para la mayoría de los pobladores de este mundo, se hizo sentir, inmediatamente después de la primera invasión norteamericana a Irak.

Como respuesta se empezó a sugerir la idea de que el desarrollo no podía ser medido exclusivamente en parámetros productivos, tecnológicos y de comercialización global. En Francia, Alemania, Italia, y finalmente Inglaterra y los EEUU. La critica al modelo neoliberal no solo provenía de las sociedades más expoliadas del planeta, no solo fue externa, también se anidó precisamente ahí donde se incubó, y Europa, al ver que la consolidación de una élite vencedora, dirigida principalmente por los EEUU, y que esa globalización lo único que hizo fue destrozar el antiguo estado de bienestar, empezó a gestar un contra-modelo de desarrollo.

El contra-modelo ha venido insistiendo en que el desarrollo esta más vinculado a la “calidad de vida” de sus poblaciones, y que la riqueza generada por un país, lejos de concentrarla deliberadamente en una élite empresarial, habría que distribuirla, mediante distintos mecanismos: ingresos salariales, créditos y/o exención de impuestos a los pequeños comercios, fortalecimiento de las pensiones y jubilaciones, combate a la corrupción y programas de desarrollo e infraestructura regionales, para fortalecer el empleo y el consumo regional.


En el mundo, en varios países, con mayor intensidad o menor intensidad, con mayor o menor respaldo político, los modelos se disputan el concepto de desarrollo y, sobre todo, la concentración o la distribución de la riqueza.En el plano político, para llevar a cabo cualquiera de los modelos económicos se opta por mecanismos autoritarios, o por mecanismos democráticos. Las élites empresariales, por definición, no son democráticas, se sienten y se expresan como encarnaciones del poder, y tienden más bien a ejercer el autoritarismo sobre las clases populares y trabajadoras, y el democratismo se vuelve una “idea” más del discurso de la dominación. Al cambiar la correlación de fuerzas en el estado, y verse desplazados de ese poder, claman por formas democráticas, acusan y alertan en contra del autoritarismo, que ahora ejercen quienes se encuentran en los espacios y zonas del poder. Las élites empresariales, desplazadas, piden diálogo, piden libertad de expresión, piden instituciones autónomas, exigen meter la mano en el modelo de desarrollo.


En el plano de las ideas, los modelos requieren de un mayoritario apoyo político y electoral. En su momento, de manera real o artificial, se creo la “idea” de que el modelo neoliberal era respaldado por la ciudadanía, por los trabajadores, y por el pueblo. Y muy probablemente, a través de todos los artificios de la propaganda política se pudo lograr ese apoyo. Hoy con los mismos artificios, pero también sin ellos, es muy probable que López Obrador mantenga, hasta ahora, mas o menos estable un “sistema de creencias” que mantienen la esperanza, los sentimientos y las emociones más favorables para que continúe por el camino de la distribución y enrute al país hacia un estado que mejore la calidad de vida de sus pobladores.

 

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